Clara Casado Coterillo, nos cuenta su experiencia con la bici…
Lugar de residencia
Santander
“Una experiencia heterodoxa”
¿Para qué utilizas la bici?
Ahora, estoy aprendiendo a circular por Cantabria, así que sólo para las actividades que puedo con CCB y algún paseo corto con mi pareja. Aquí, necesito acompañamiento, porque hay cuestas y me gusta controlar la velocidad dentro de mis posibilidades. Cuando eso no era necesario, la utilicé como vehículo y como herramienta de conocer la montaña de otra manera.
¿Por qué la bicicleta? ¿Qué tiene que no te ofrezca otros medios de transporte?
Prefiero la bicicleta sobre otro medio de transporte privado, como el coche, quizá porque soy una persona muy lenta en procesarlo todo, y necesito tiempo para tomar las decisiones necesarias. A la bicicleta llegué por casualidad, aunque sí aprendí de pequeña, no he llegado a dominarla, y sólo al vivir en lugares donde la bicicleta no sólo es un vehículo aceptado sino prioritario, a veces incluso primando en un espacio urbano sobre el peatón (como algunas avenidas de los alrededores de Enschede, en los Países Bajos), he tenido que adaptarme al entorno y es entonces cuando la capacidad de montar en bicicleta me ha facilitado la movilidad y me ha otorgado independencia.
¿Qué dificultades tienes o has tenido al utilizarla?
Mi lentitud para procesar las circunstancias de alrededor dificulta a veces compartir el espacio urbano con otros medios de transporte, como los tranvías en Gante (Bélgica), donde me daban miedo los rieles del mismo ancho que el grosor de las ruedas de la bicicleta.
Además, en los sitios donde he usado la bicicleta como vehículo urbano, eran mayoritariamente llanos, alguna cuesta en Gante o Higashi-Hiroshima sí había, pero en el primero, la bicicleta tenía prioridad y era respetada, y en el segundo, había poco tráfico y amplios carriles para bicicletas donde aprender a moverse sin molestar a los demás ni ser molestada. También los jueves comerciales de Enschede (Países Bajos) me enseñaron que es posible ir en bici despacio (para respetar a los peatones que están haciendo sus compras por el centro de la ciudad) y no pasa nada, peatones y ciclistas somos en general los mismos ciudadanos y es posible una convivencia pacífica y respetuosa.
¿Qué crees que debe mejorar para utilizarla?
Mi bicicleta sigue respondiendo igual que el primer día, la que ha perdido mucha técnica soy yo. Para utilizarla en una ciudad como vehículo hace falta paciencia y respeto por parte de todos los ciudadanos y perseverancia y disciplina (yo carezco de ella) por parte de los ciclistas para no arrugarse y seguir saliendo hasta que los demás usuarios de la vía pública se acostumbren a las bicicletas. También ayuda una buena combinación con el transporte público. Todavía recuerdo la sensación de poder y seguridad, que es muy raro que yo sienta, aquel lejano día en que un tranvía en Gante se detuvo para dejarme pasar, ¡sin tener el semáforo en rojo ni nada! He de reconocer que en Japón he de reconocer que sólo la usaba en Higashi-Hiroshima, una ciudad creada a partir de cinco municipios donde se encontraba el campus universitario, y que para desplazarme a otros lugares aparcaba la bicicleta junto a la estación de tren, incluso para ir a Hiroshima, que es considerada una ciudad “pequeña” por los habitantes de Tokyo pero tiene al menos un millón de habitantes y una gran afinidad por los coches (la fábrica madre de Mazda a la entrada de la ciudad condiciona bastante, supongo).
La orografía de Santander complica el uso de la bicicleta respecto de otros lugares como, por ejemplo en mi experiencia, Zaragoza. Sin embargo, me gusta recordar que cuando en Zaragoza establecieron las primeras bicis municipales en 2008 y pintaron carriles bici en las aceras “para quitar coches del centro de la ciudad” en palabras del alcalde de entonces, la gente miraba como bichos raros a los que nos acercábamos a sacar una bicicleta de las estaciones de recogida. Ahora ya hay una red de carriles bici que, si bien aun distan de ser tan igualitarios con el resto de vehículos como en los Países Bajos, al menos cubren la mayor parte de la ciudad y la mayoría ocupan la calzada en lugar de la acera. Lo más importante es que tanto peatones como conductores se han acostumbrado a la presencia de las bicicletas en la ciudad. Lleva tiempo, por eso dije “perseverancia. Como investigadora, estoy acostumbrada a que todo en mi vida profesional sea una “carrera de fondo”, así que, ¿por qué no esto también?
¿Qué satisfacciones te ha dado?
La más importante de todas es la sensación de independencia, ser capaz de ir a donde sea por mis propios medios en un vehículo que controlo, sin depender de nadie, ya que enseguida de sacarme el carnet de conducir comprendí que el coche no es para mí. De adolescente, solo trayectos cortos para ir de la playa de Mogro al pueblo y alrededores, sin depender de mis padres. Después, como vehículo en otros países, porque era lo normal, lo que hacía todo el mundo. De hecho en Enschede había avenidas acondicionadas para ciclistas y no para peatones. Eso es una exageración sólo entendible en un país donde los habitantes aprenden a pedalear antes que a andar (lo dicen ellos). El uso cotidiano de la bicicleta me dio la oportunidad, más adelante, en Zaragoza, de utilizarla también para conocer parajes de montaña de otra manera diferente que andando, y técnicas que aunque aparentemente se me han olvidado, algo me enseñó en su momento. Creedlo o no.
¿Crees que debe utilizarla más gente? ¿Cómo les convencerías?
¡Claro que sí! Lo bueno de la bicicleta es que es un medio de transporte al alcance de todo el mundo. Convencer no sé… a mí me costó mucho aprender… y sólo las circunstancias me han hecho familiarizarme más con este medio, y aun los ciclistas aventajados os sorprendéis de mis torpezas.
Así que no soy la persona más adecuada para convencer a nadie… proporcionar las oportunidades de acercarse poco a poco a ella, animando a cogerla un poco más cada mes, cada semana, cada día… impulsando las medidas que impulsa CCB para que la experiencia sea segura y amigable para todos los habitantes de un entorno, son las mejores acciones para que se extienda el uso de la bicicleta, hasta la fecha el único medio de transporte urbano (aparte de caminar) para el desarrollo de ciudades realmente sostenibles.
Otra información de interés:
Doctora en ingeniería química
He vivido y trabajado en Gante (Bélgica), Higashi-Hirosima (Japón), Enschede (Países Bajos), Zaragoza y Valencia, antes de volver a Santander.
Los que me conocéis de las rutas, sabéis que yo siempre tengo las manos bien sujetas al manillar, así que no tengo muchas fotos actuales que me pertenezcan, y la mayoría de las anteriores se me han perdido con tanta mudanza. Os pego aquí una foto de una excursión de BTT de Zaragoza a Sobradiel en invierno con los amigos del Club Alpino de la Universidad de Zaragoza (CAU).